Fotografiar niños es una de las experiencias más enriquecedoras porque logras conectar con su esencia pura, curiosa, juguetona, con la alegría propia de esta edad.
¡Atrapa la vida de tu peque y regálale un recuerdo que perdure en el tiempo!
Fotografiar niños es una de las experiencias más enriquecedoras porque logras conectar con su esencia pura, curiosa, juguetona, con la alegría propia de esta edad.
¡Atrapa la vida de tu peque y regálale un recuerdo que perdure en el tiempo!
La sesión de fotografía infantil suele tener una duración de una hora porque quiero respetar su ritmo y esperar las situaciones más espontáneas y divertidas.
En esta sesión, espero que aflore la personalidad chispeante de cada niño y para ello me tomo un tiempo de acercamiento a su personalidad, interviniendo lo menos posible, sin forzarlos porque justamente mi trabajo es atrapar en una fotografía su propia naturaleza -de ser posible- sin que el niño se percate de ello.
Para estas sesiones sugiero seleccionar espacios al aire libre porque siempre generan esa
sensación de libertad que tanto disfrutan los niños. Pero como el clima no siempre lo permite, también trabajo en casa o en estudio.
Antes de cada sesión y según el lugar o la situación que quieras fotografiar, te haré sugerencias para seleccionar la ropa, algunos juguetes y un elemento sorpresa para el niño (pompas de jabón, globos, juegos de agua), que siempre me gusta incorporar en la sesión porque genera reacciones muy divertidas.
La infancia está tan llena de cambios, avances y logros, que cualquier momento tendrá un encanto particular y propio de su edad. Empezar a gatear, caminar, trepar, un paseo por el parque, la primera vez en un columpio o tobogán, una visita a la playa o la piscina. En fin… pueden ser innumerables las ocasiones y situaciones a fotografiar.
¡Y claro! También están los cumpleaños, bautizos, comuniones… Todos estos momentos de celebración con amiguitos y familia, tan llenos de afecto y alegría.